Yaquelin Rina Murga, expareja de Carrizo, declaró como testigo en el juzgado de Capuchetti e hizo crecer el interrogante sobre la posible existencia de instigadores para matar a la vicepresidenta. La mujer relató que, meses atrás, le reclamó al líder de Los Copitos por el monto insignificante que abonaba por cuota alimentaria -tienen un hijo de cuatro años- y el ahora detenido le confesó que estaba por entrar a una actividad que le iba a pagar muy bien. «Ahora entiendo el negocio sucio», narró Rina Murga.
A comienzos de agosto, Gabriel Carrizo, uno de los detenidos por el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner, tuvo que sentarse a hablar con Yaquelin Rina Murga, una ex pareja con quien tuvo un hijo que ahora tiene cuatro años. La mujer estaba harta porque él le pagaba un monto insignificante por alimentos y le dijo que había contratado una abogada. Carrizo le respondió: «Mirá, yo estoy mejorando, me estoy metiendo en un negocio groso y sé que me va a ir bien, esperame unos cuantos meses (…) me voy a cagar en guita». La joven declaró este martes como testigo en el juzgado de María Eugenia Capuchetti y contó que, cuando supo del atentado a la vicepresidenta, no tardó en asociarlo con lo que él le había dicho. Su relato complica la situación de quien se presentaba como el dueño del negocio de los copos de azúcar y hace crecer el interrogante sobre la posible existencia de instigadores y alguna fuente de financiamiento que la querella de CFK espera dilucidar.
La mujer dijo que conoció a Carrizo cuando tenía 15 años y que estuvieron juntos hasta 2019. Relató que dejó su casa en la Villa 31 para irse a vivir con él a Morón porque su hermano abusaba sexualmente de ella y tenía mala relación con su mamá también. Describió que Carrizo la trataba con violencia y cierta vez amenazó con golpearla, lo que empeoró cuando quedó embarazada. Contó que era todo muy diferente a la situación idílica en que se habían conocido, cuando ella paseaba con su familia por los bosques de Palermo y lo vio con un cartel que decía «regalo besos». El noviazgo no empezó inmediatamente, sino en 2016. El ya tenía un hijo por entonces. Con el tiempo, contó, «se volvió muy machista. Me decía que tenía que obedecerle en todo porque él era el hombre y yo la mujer», describió. Agregó que la madre de Carrizo también la maltrataba y a veces intentaba cambiarle las vitaminas del embarazo por otra medicación.
Durante la convivencia empezaron a vender juntos algodones de azúcar. Según Yaquelin, la máquina era de los dos pero se la quedó él, que le impidió seguir trabajando de eso. Tampoco era la panacea, contó, y Carrizo siempre le decía que «quería meterse en una empresa porque estaba harto de los algodones», pero que si «lo mandaban a hacer algo groso lo iba a hacer». Ella interpretó, según comentó ante el juzgado y la fiscalía de Carlos Rívolo, que hablaba de hacer algo violento. «Le dije que eso no se hace, por ejemplo, pegarle a alguien por plata», declaró.
«Cuando pasó lo de Cristina caí»
«Cuando pasó lo de Cristina mi rompecabezas se armó. En un momento de enojo caí. Acá en la villa saben quien es el papá de mi nene y la gente me mira de pies a cabeza. Yo me puse mal porque por su moco la gente me mira mal a mí, mis familiares me bloquearon, me cerraron las puertas, yo caí en una depresión…», declaró. Ella misma contó que le mandó un mensaje que decía: «Hola Gabriel, después de mandarte tantas cagadas no aprendés mas vos, sos una vergüenza, que le vas a decir a tus hijos cuando crezcan. Ahora entiendo lo del negocio grande y sucio en el que te metiste, sos un pelotudo te arruinaste vos solo y manchaste a tus hijos. Sabes como me miran a mi espero no volverte a ver mas, no te acerques a nosotros. Justo te venías a meter con Cristina» (sic). Según la mujer le mandó el mensaje el 29 de septiembre. «No me contestó porque ya lo habían llevado», dijo.
Yaquelin, de nacionalidad boliviana, dijo que desde que se separaron se hizo cargo del hijo y que recibió «amenazas» de Carrizo. Le daba temor dejar al niño con él. Cuando le preguntaron si tenía armas dijo que nunca le vio una, pero «tenía un carácter que si se metían con él les daba con todo». Luego acotó: «Los amigos hablaban que no se metían con él porque tenía armas». En la causa hay chats donde Carrizo le cuenta a su hermanastra, Andrea, que creía que el arma que se había usado para intentar matar a CFK era suya. Esto fue muy poco después del atentado y de la detención, la noche del 1 de septiembre, de Fernando Sabag Montiel. A la madrugada le escribió como con alivio que el arma no era la suya, que él les había dado –en posible alusión a Sabag y a Brenda Uliarte– un revólver «22 corto», que hasta ahora no fue hallado.
La mujer estuvo con el hijo durante su declaración, según pudo reconstruir este diario. Llamativamente, la defensa de Carrizo –a cargo de Gastón Marano, el ex asesor de Juntos por el Cambio en la Comisión Bicameral de Inteligencia– no estuvo presente.
En cuestiones de política, precisó Rina Murga, Carrizo decía que «hay gente que no tiene que existir» y que maldecía en su momento a Mauricio Macri y también a CFK. «Ahora no te matan por opinar porque peleamos por la libertad», evocó alguna frase de su exnovio emparentada con los latiguillos libertarios. Añadió que «hablaba de Cristina que le robó al país y que era una vieja y cosas así vulgares». Lo describió como «irresponsable», contó que no se hacía cargo de los gastos del hijo y que el grupo que trabajaba con él con los copos de azúcar había cambiado. Sabía de la existencia de Brenda Uliarte y Sabag Montiel pero no los había tratado. Dijo que Jonatan Posadas, que en los chats aparece como Jony White, es hermanastro de Carrizo y también participaba del grupo de los copos. Es la persona a quien Carrizo le dijo que quería «matar al jefe de la Cámpora», por Máximo Kirchner, al rato del atentado a CFK. Sobre el final,dijo que quería dejar un audio donde él amenazaba a su hermana diciéndole «que le iba a mandar gente a su casa, porque él tenía gente».
Carrizo está procesado como partícipe secundario en el intento de homicidio de la vicepresidenta, pero la querella sospecha que pudo haber tenido algún papel más relevante que el de un cómplice. Este miércoles hay audiencia en la Cámara Federal por su situación procesal.
Nueva querella
Una posible pista sobre fuentes de financiamiento de acciones violentas contra la vicepresidenta se investiga también en la causa sobre la organización Revolución Federal, donde CFK fue aceptada este martes como querellante por el juez Marcelo Martínez de Giorgi. El pedido fue presentado el lunes a última hora por sus abogados José Manuel Ubeira y Marcos Aldazabal. Tuvo como puntapié el hallazgo de pagos por al menos 8,7 millones de pesos al fundador de la organización, Jonathan Morel, su ex pareja y su socia por supuestos trabajos de carpintería, aunque se investiga si fue una forma de financiamiento. Las transferencias provenían de dos fideicomisos de Caputo Hermanos, de la familia de Luis «Toto» Caputo, el exministro de Finanzas de Mauricio Macri. Una de las dudas a despejar es si existe vínculo entre ese grupo de perfil neonazi y el intento de magnicidio. Es sumamente llamativo que nadie de la familia Caputo haya salido a desmentir la vinculación con la agrupación.
Es poco verosímil que hayan contratado por esos montos a una carpintería de Boulogne, que existe desde el año pasado y cuyo dueño –Morel– dijo que aprendió el oficio por Youtube. Además, las dos mujeres que recibieron transferencias se inscribieron como monotributistas en mayo y junio y emitieron para estos aparentes trabajos la factura número 00000001. El dinero que recibían tanto ellas (Ailen Vallero y Evelyn Balboa) como Morel era retirado en efectivo casi inmediatamente del banco. Los pagos los hacían los fideicomisos Santa Clara al Sur y Espacio Añelo, ambos de Caputo Hermanos. La primera transferencia que se conoció (hecha en distintos giros) fue por 1,7 millones por un supuesto trabajo para un hotel en Neuquén, lo que hace todo más extraño todavía. ¿Por qué contratar a una carpintería de Buenos Aires, sin experiencia, para trabajos en un hotel a más de mil kilómetros? Según Morel, lo contactó una tal Rossana, que es Rossana Pía Caputo, una de las hermanas del exministro de Macri.
La presentación donde CFK pide ser querellante señala que la organización Revolución Federal –que se presentó en las redes sociales en mayo último– pudo haber participado en delitos que la tienen a ella como víctima. Se conoce que esa agrupación convocó a la marcha de antorchas en la Casa Rosada, a la de la guillotina en el Obelisco, otras con horcas, manifestaciones violentas contra Sergio Massa y Silvina Batakis, y que el propio Jonathan Morel estaba en la puerta del Instituto Patria el 21 de julio en la manifestación donde un hombre llamado Claudio Herz amenazaba de muerte a la vicepresidenta con un megáfono, por lo que fue procesado. También estuvieron provocando en medio de una de las marchas de respaldo a CFK y a uno de ellos se le encontró una bomba molotov en la mochila.
Es clave también el material que aportó la Agencia Federal de Inteligencia sobre una transmisivón en vivo en Twitter que hizo Revolución Federal el 26 de agosto, conducida por Morel, donde hablan de infiltrarse entre los militantes kirchneristas y hacer «pasar a la historia» a CFK, también hablan de atentar contra Alberto Fernández y Máximo Kirchner.
De las conexiones con el grupo de Carrizo se sabe poco hasta ahora. Brenda Uliarte estuvo en la marcha de las antorchas, pero no se conoce cómo se contactó con la organización. En el material rescatado del celular de Sabag Montiel aparecen intercambios con grupos de odiadores y en sus búsquedas de Google, rastrea información sobre armas y hasta la carta astral de la vicepresidenta el día previo al ataque. «Yo quisiera hacerme el vendedor de copos y meterle un corchazo», es algo que decía Sabag Montiel en alusión a CFK. «A mí me importa la plata», subrayaba también. Uliarte se jactaba de tener al menos un arma y estar entrenada para disparar, y que si necesitaba plata para huir tenía a quien recurrir. Por lo menos desde julio hablaba de asesinar a la vicepresidenta.
La querella por ahora no pidió medidas ni la unificación con la causa del atentado, pero todo apunta a conocer la conexión, la fuente de financiamiento y la instigación.
Fuente: Página 12