Los relatos de maltrato físico y psicológico de Raúl Pérez Roldán se acumulan. Tras dos años de los descarnados relatos de su hijo, Guillermo Pérez Roldan y también la frase de Mariano Zabaleta indicando que «Raúl era un tipo que estaba enfermo de la cabeza», en las últimas horas se conoció el relato de Máximo González, el más crudo y pesado relato de los maltratos sufridos por los tenistas tandilenses. Recuerdos que Machi no había hecho públicos hasta este momento, en que su testimonio surgió espontáneo y casi liberador en la entrevista que le concedió al Podcast 3iGuales.
“El trato de Raúl no era tan malo al principio, pero por momentos lo pasé muy mal, porque mientras iba ganando en los torneos, la cosa estaba bien, pero si perdía me decía que era un burro. Nunca me pegó con su mano, pero un día, después de un partido, me agarró del frente de la remera (hace el gesto a la altura del cuello) y fue como medio feo. Lo que pasó fue que estaba jugando un Future en La Martona y él me hablaba y me hablaba y, en un momento, le dije que se callara. Cuando terminó el partido me vino a buscar y me agarró de la remera, pero yo lo saqué con mi brazo y eso fue algo violento fuera de la cancha. A mí no me llegó a hacer cosas como las que escuché o como las que contó Guillermo (Pérez Roldán, hijo), Raúl tenía un trato de mucha presión psicológica, te comía la cabeza”, extraía de su memoria Máximo.
La capacidad de coacción del formador de talentos sobrepasaba lo físico, para llegar a trabajar sobre la mente del jugador, de modo despectivo y casi menospreciando sus capacidades. “Me acuerdo que Raúl me decía: ‘vos sos un perro’. Así me decía”, detalló Machi tratando de evitar cualquier tipo de incredulidad sobre sus dichos. Para ser más específico, casi como apostando a quitarse ese peso guardado durante tanto tiempo, buscó ser más preciso: “Un día se puso a hablarme sobre mi futuro en el tenis y me dijo: ‘Vos sos un perro con raqueta, pero podés llegar a estar entre los 200 o 300 del mundo. Vas a vivir del tenis, vas a ser profe, a jugar Interclubes o torneos por plata, pero vas a vivir del tenis, porque podés llegar a estar entre los 200 o 300 del mundo, pero eso sos, un perro’”,
Pero Raúl no se conformaba con que le pagaran los gastos y que sus amigos no pusieran el dinero prometido como sponsors para afrontar las necesidades del jugador, o tal vez sí lo hacían y él le daba otro destino, sino que también lo llevaba hasta casi la servidumbre. Al estilo de Gran Hermano, cada movimiento que hacía Machi era observado por Pérez Roldán, nada quedaba fuera de su radar. “Todo el tiempo era estar nervioso -relataba el tenista-, porque si yo me levantaba, él me preguntaba qué iba a hacer. Si yo le respondía que me iba a sentar a ver televisión, me decía: ‘¿Por qué no agarrás un libro?’ Si me iba a tirar un segundo en la cama me lanzaba un ‘¿no tenés algo más constructivo para hacer?’ Era estar todo el tiempo con la sensación de estar siendo vigilado, por eso, yo pensaba en algo en lo que él pudiera estar pensando, para hacer algo por lo que no me dijera nada.»
El relato continúa en la misma línea, como si se tratara de un esclavo en el siglo XX «Todo el tiempo era así, te presionaba, te perseguía psicológicamente”, manifestaba con cierto malestar Máximo, quien también recordaba que cuando tenía 17 o 18 años le tenía que cocinar, limpiar y servir a su entrenador, en algo que consideraba abusivo, pero de lo que no sabía cómo escapar. “Comiendo con Raúl, mano a mano, en un departamentito que alquilábamos, yo era el que cocinaba y terminaba lavando las cosas, haciendo todo para él. Además, nunca se podía comer relajado. Era sentarme en un entorno siempre nervioso, nunca relajado. Y eso que yo ya lo agarré en un momento más tranquilo que cuando él estaba con sus hijos, pero había un chico de Mendoza que jugaba muy bien, Luis Moreschi, que estaba N°1 en 15 años y que también hizo el mismo contrato de sponsoreo y fuimos juntos a Francia, pero él dejó de jugar al tenis, no se bancó ese maltrato. O sea, si yo no encontraba este ángel, esta familia amiga en Francia, yo también hubiese largado y estaría dando clases”.
La presión y el manejo de Pérez Roldán excedían el trato sólo con el jugador y alcanzaron a la familia, lo que generó problemas en la relación padre-hijo. “Las únicas dos que peleas que tuve con mi viejo (Juan Carlos) fueron por culpa de Raúl -cuenta Machi-. Yo iba a entrenar, tendría 17 o 18 años, y si Raúl se enteraba de que yo había salido el fin de semana, como cualquier otro chico de mi edad, lo llamaba a mi papá y le decía que no me estaba moviendo en los entrenamientos y que era porque yo salía. Entonces, a mi papá le agarraba la locura y, por cómo era mi viejo, dejaba de hablarme por una semana. La segunda vez, también, le había llenado la cabeza y mi viejo pasó dos semanas sin hablarme. No había pelea ni nada, simplemente era dejar de hablarme. Todo por culpa de Raúl, que lo llamaba a la oficina y le decía que yo no era un irresponsable, que no entrenaba, que estaba perdiendo el tiempo, y era muy difícil para mí hablar con mi papá y decirle, explicarle, que no era así. Recién se lo pude decir cuando estaba en Francia y lo llamé para decirle que me volvía, ahí él me escuchó y me dijo: ‘Vamos, yo te apoyo. Vamos a hablar y vamos a salir de ésta’. Fue la única vez que pude hablar con mi papá de esto, sin decirle todo”.
En una de las cláusulas del contrato que les habían hecho firmar a los González, se establecía que Pérez Roldán debía ser su entrenador y que, de no ser así, y para culminar con ese contrato, debían abonar 100 mil dólares por cada año de incumplimiento o que Máximo González no debía competir más en el tenis profesional. “Tenía que largar el tenis, era así. Yo estaba 700 del mundo y le avisé a Raúl que no que no viaje, que me volvía. Me quedaban 3 años y medio de contrato, por lo que necesitábamos u$s350.000. Algo parecido le había hecho a Zabala y él tuvo que juntar la plata, o no sé qué. Pero yo no tenía plata para juntar, no tenía ni €2. Me vuelvo a Tandil y voy con mi viejo a juntarme con él y con los sponsors, les dije que arreglábamos algo que se pudiera conseguir o yo largaba el tenis. Terminamos acordando un número, unos 60 mil dólares, de los que se pagaría la mitad y, después, 5 mil durante 6 meses y ahí fue como me pude abrir. Mi familia francesa (como la llama) salió a mi rescate sin contrato, sin nada, porque desde que nos conocimos nos quisimos mucho, nos queremos mucho y lo seguimos haciendo. La verdad es que ese hecho salvó mi vida deportiva.”
En otro tramo de la entrevista el tandilense habló de lo mucho que lo ayudo ser amigo y compañero de rutas de Juan Mónaco. “Me ayudó mucho tener a Pico amigo durante toda la infancia, hubo momentos en que me sentía muy igual con él en el tenis. Pero, en aquel entonces, verlo metido entre los 70 me hacía pensar que yo también podría. Me sirvió mucho a tenerlo de referencia, y de amigo, porque él se anotaba en dobles conmigo en los torneos de Grand Slam, porque tenía mejor ranking, para que yo pudiera competir”.
Machi González llegó a estar entre los mejores 60 singlistas del mundo, es uno de los 6 tenistas que más títulos challengers ha ganado en su carrera. Como doblista, es parte del equipo argentino de Copa Davis y, junto al italiano Simone Bolelli, compone una de las mejores parejas del circuito de ATP, en el que consiguió 11 títulos en 15 finales disputadas.
Fuente: Infobae