Acindar, uno de los principales actores de la industria siderúrgica en Argentina, continúa atravesando una difícil reestructuración debido a la caída en la demanda de acero. Desde principios de 2024, la compañía ha experimentado ventas por debajo de sus niveles históricos, lo que ha obligado a ajustar su estructura productiva para adaptarse a esta nueva realidad.
El descenso en la demanda de acero ha provocado que la planta de Villa Constitución pusiera en marcha un plan de retiros voluntarios, que ya ha alcanzado a 150 trabajadores directos. A la par, la producción continúa reducida y se mantienen las suspensiones en distintos sectores. Aunque la empresa sostiene que no está llevando a cabo despidos directos, la situación de ajuste ha generado un clima de incertidumbre y preocupación entre los empleados y la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que advirtió sobre la posibilidad de desvinculaciones masivas.
A finales de 2024, la planta santafesina adelantó su parate de verano, lo que incluyó la suspensión de 350 trabajadores, tanto directos como indirectos. Además, la reprogramación de vacaciones afectó a diversas áreas de la planta, principalmente en el sector de acería. En este contexto, Acindar está cerca de alcanzar las 200 adhesiones al plan de retiros voluntarios que puso en marcha a comienzos de enero.
Con la reactivación parcial de la planta, Acindar aclaró que sigue ajustando su estructura productiva a la baja demanda actual. En este momento, la producción está operando al 60% de su capacidad instalada, lo que también ha impactado en las contratistas que forman parte del proceso productivo. Estas empresas subcontratadas, que dependen directamente de la demanda de Acindar, están reduciendo sus actividades, lo que ha incrementado la incertidumbre para los trabajadores que dependen de ellas. La siderúrgica explicó que la cantidad de empleados indirectos afectados dependerá de cómo cada contratista maneje la situación.
Las cifras de producción reflejan el impacto de la crisis: en un año típico, Acindar produce alrededor de un millón de toneladas de acero, pero en 2024 cerró con solo 600.000 toneladas. Los meses más difíciles fueron marzo y abril, y aunque la empresa observa una leve recuperación, la actividad sigue estando lejos de los niveles anteriores. Además, el sector se enfrenta a una creciente competencia por las importaciones de acero, especialmente de China, que amenaza con desplazar la participación de los productos nacionales en el mercado. Ante esta situación, Acindar solicitó medidas para proteger la industria local, como la implementación de aranceles más altos a las importaciones, similares a los que han adoptado otros países.
A pesar de los retiros voluntarios y las suspensiones, que han ayudado a evitar despidos masivos hasta el momento, la situación sigue siendo desalentadora. La UOM ha expresado su preocupación por una posible ola de despidos adicionales y ha solicitado políticas públicas que protejan el empleo en el sector siderúrgico, fundamental para la economía del país. La incertidumbre sigue siendo alta para los trabajadores, tanto en Acindar como en las empresas contratistas que dependen de su producción.