Los Pumas, ante el desafío más importante de sus 113 años de historia: frente a los All Blacks, por un lugar en la final del Mundial Francia 2023

Una sola cosa sería más importante. Jugar la final de un Mundial supera lo que vivirán este viernes los Pumas. Hacia eso apuntan. Para alcanzarla, tendrán que sortear el desafío más grande en sus 113 años de historia cuando se enfrenten con los All Blacks, en una semifinal de Francia 2023.

Desde las 16 de Buenos Aires y en el Stade de France, de Saint-Denis, la Argentina se cruzará con Nueva Zelanda, la mayor potencia de este deporte, en la primera semifinal de esta Copa del Mundo, la tercera en su currículum. Los All Blacks son, por antecedentes y por actualidad, amplios favoritos. Todo desenlace que no incluya a los oceánicos accediendo a una nueva definición equivaldrá a uno de los batacazos más grandes de todos los tiempos.

Si los Pumas tienen una posibilidad será menos por cuestiones técnicas que por su indeclinable espíritu de lucha, algo que en el rugby vale más que pasarse bien la pelota o dominar en el scrum. Un sueño que se sostiene por la fortaleza mental del equipo y el empuje de buena parte de la Argentina.

Estar entre los cuatro mejores es uno de los objetivos con los que llegaron los Pumas a Francia, y también desde que se realizó el sorteo del Mundial, tres años atrás, pero que había entrado en una nebulosa después de una desconcertante actuación en el debut ante Inglaterra. Aunque los desempeños que siguieron frente a rivales menores no fueron del todo buenos, sirvieron para forjar el carácter del equipo, que apareció en los momentos clave: sobre el final del cruce con Japón para alcanzar la clasificación para los cuartos de final y en todo el segundo tiempo del duelo del sábado pasado contra Gales. Los Pumas impusieron su autoridad. Ahora necesitarán de ella y de mucho más. Acaso, sin tanta presión, con la tranquilidad de haber cumplido el objetivo de jugar los siete partidos, se lancen a jugar y alcancen el estatus que a lo largo del ciclo de Michael Cheika insinuaron tantas veces.

Nueva Zelanda también comenzó el certamen con el pie izquierdo y una derrota, a manos de los locales en el partido inaugural. Al contrario de la Argentina, su recuperación fue inmediata. En los siguientes partidos mostró todo su potencial y alcanzó su máxima expresión al dejar atrás a Irlanda, el primer favorito, en un vibrante choque de cuartos de final. El Trébol lo había vencido cinco veces en los anteriores ocho enfrentamientos. A este duelo los hombres de negro llegan aceitados y aun con más sed de revancha. Los All Blacks también tienen su amor propio.

Hace cuatro años, tenían todo para llegar a la final en Japón pero se toparon con la solidez de Inglaterra, que los venció por 19-7 y los empujó a jugar por el tercer puesto. Dicen haber aprendido de la lección. Dicen, también, que escarmentaron de las derrotas recientes ante los Pumas. Después de 33 partidos sin saber lo que era vencer a los All Blacks, el seleccionado argentino lo logró por primera vez en 2020 y repitió en 2022, ya bajo la tutela de Cheika.

Dos antecedentes que no pueden ser tomados como referencia directa. De hecho, en ese lapso también hubo cinco triunfos neozelandeses, la mayoría, con goleada. Como dijo el australiano, no obstante, los triunfos conservan un valor importante: los jugadores argentinos saben lo que es estar en esa situación, saben cómo deben reaccionar en los momentos importantes, saben qué errores no pueden permitirse.

Si los Pumas tienen una posibilidad de ganar, ella se basa en el costado mental. Un factor importante en este sentido será el aliento del público. Cuando la hinchada argentina logra meterse en la cancha, se convierte en un factor más. Ocurrió en el final del partido con Japón y durante todo el segundo tiempo frente a Gales. Para eso, primero tiene que emerger la garra desde el césped.

“Hay que contar con que ellos se equivoquen para poder ganar”, reconoció el wing Emiliano Boffelli. Es cierto, tanto como que a esos errores hay que forzarlos. Fue así como los Pumas obtuvieron las dos victorias anteriores. La vulnerabilidad de los All Blacks, a lo largo de todo el ciclo del entrenador Ian Foster, pasa por cierta inestabilidad mental. Si los argentinos consiguen presionarlos con el tackle, ensuciarles las formaciones fijas, disputarles y enlentecerles la pelota en el ruck y anotarles cada vez que tengan oportunidad, por más que no sea por medio de penales, lograrán generarles dudas.

Será la tercera semifinal para los Pumas, que, si bien se enfrentarán con el rival más exigente, llegan mejor preparados que las dos veces anteriores. Dos integrantes del staff, Felipe Contepomi y Juan Martín Fernández Lobbe, estuvieron en la derrota ante Sudáfrica en la de 2007 en este país, y 12 jugadores fueron partícipes de la caída frente a Australia en Inglaterra 2015. Con ellos, y con un entrenador principal que estuvo en la vereda de enfrente esa tarde, el equipo llega con experiencia suficiente como para saber cómo se juega un partido de esta naturaleza.

Fuente: La Nación

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