Mas allá de que Argentina registró el verano más cálido de su historia y que el déficit de lluvias experimentó un récord histórico, con la sequía imponente en gran parte del país, en Tandil las precipitaciones siguen generando inconvenientes en todos los barrios de la ciudad. El viernes pasado una tormenta azotó a la ciudad en un período muy corto de tiempo con mucha caída de agua, generó pánico y desolación en muchos sectores de la sociedad que busca soluciones en el Municipio, que es el principal responsable de los anegamientos al no desarrollar y diseñar una infraestructura acorde a los tiempos que corren y que también continua con autorizaciones indebidas de construcciones que acentúan la transformación y la ocupación del valle interserrano, sin reconocer los enormes problemas que generan, no sólo al barrio, sino a la ciudad en su conjunto.
La Asamblea Ciudadana por la Preservación de las Sierras sigue emitiendo comunicados al respecto de la situación que vive nuestra ciudad y en sintonía con la agenda de preservación del medio ambiente, fueron directos con su mensaje: La mejor obra, la más eficiente y menos gravosa es prevenir cumpliendo con la planificación de base ambiental y urbanística: evitar la urbanización de las Sierras.
El Comunicado completo:
En estos días quedó claro que una lluvia intensa implica problemas en numerosos puntos de la ciudad. Las quejas de los vecinos se multiplican y aparecen argumentos como el estado de las calles, la calidad de algunas obras, el grado de mantenimiento de los desagües, etc. También se menciona el grado de intensidad extraordinario de las lluvias. Sin quitarle importancia a estos argumentos ni al cambio climático, cabe preguntar también ¿Qué es lo que está cambiando en la ciudad que hace que cada vez se produzcan más anegamientos?
Sin dudas, un factor es la impermeabilización de la ciudad, no respetar las áreas verdes, los centros de manzana, reemplazo de calles que permiten el escurrimiento por coberturas impermeables, etc. Pero el factor determinante es que la escorrentía del agua que baja de las Sierras es más veloz. El cambio de la cobertura vegetal que naturalmente permite mitigar y retardar la escorrentía, por casas, caminos e infraestructura, genera verdaderos toboganes de agua.
Por ejemplo, es el avance de la construcción en el valle interserrano Don Bosco lo que ha ido generando el problema de las inundaciones en la zona del Boliche de Noli. La urbanización de Valle Escondido en un comienzo y todas las construcciones que le siguieron han significado un aumento de la velocidad y cantidad de agua que debe desagotar por los mismos arroyos y a través de cauces temporarios de cursos de agua, los cuales son también modificados por la urbanización. Por eso en los últimos años hemos visto como se intenta derivar el agua mediante la profundización de la canalización de las banquinas de la avenida Don Bosco. Ahora, esto tampoco está alcanzando porque la construcción sigue alterando la cuenca y aumentando la cantidad y velocidad de la escorrentía de agua.
MÁS QUE OBRAS, FALTA CUMPLIR CON EL PLAN DE ORDENAMIENTO.
Por el contrario, se autorizan indebidamente construcciones que acentúan la transformación y la ocupación del valle intereserrano, sin reconocer los enormes problemas que generan, no sólo al barrio, sino a la ciudad en su conjunto. Baste de ejemplo el caso del Centro Comercial Don Bosco, aprobado con planos y planillas fraudulentas, en un terreno que linda con un curso temporario de agua que corre en dirección al Boliche de Noli, por la zona más baja del valle, en parte también ocupada por la traza de la avenida.
¿Cuánto más soporta Don Bosco? ¿Cuánto más soporta Tandil y cada uno de los barrios que se inundan?
Es decir, la superposición de transformaciones urbanas sin tener en cuenta el sistema físico ambiental es la base del problema. Si bien el plan de ordenamiento vigente desde 2005 toma en cuenta estas cuestiones y por eso establece como una de sus principales estrategias «evitar la invasión de las sierras con usos urbanos», la gestión concreta del ordenamiento ha ido en contra del Plan y a favor de los intereses inmobiliarios.
Y esta gestión que sistemáticamente ha permitido que avance la construcción se puede ver en lo que ya se ha construido sobre las Sierras, en lo que se ofrece en el mercado inmobiliario, y en los problemas que aparecen sobre las Sierras y en la ciudad como conjunto.
El negocio inmobiliario y un uso de las Sierras privilegiado e inustentable no sólo implica la degradación de un patrimonio natural de inconmensurable valor, es también una transferencia negativa hacia el resto de la ciudad y sus habitantes que soportan los problemas ambientales generados y pagan la cuenta de las obras que se ofrecen como parches.