Un reciente reporte de Argencon ha echado luz sobre algunos datos del sector que son de relevancia. Los autores hicieron énfasis en particular en el problema de la brecha cambiaria -que hoy supera el 90%- y en la menor liquidación de exportaciones, a pesar de que el sector no sólo no ha perdido empleo, sino que ha crecido.
Señala Argencon que la participación de la economía del conocimiento a junio de este año se redujo al 8,2%, luego del récord en 2020 cuando alcanzó una participación del 11,2%. Según las propias palabras de las autoridades de la cámara, lo que cayó no fue el sector, sino la formalización: la economía del conocimiento dejó de exportar por la vía formal y se volcó a la informal.
En pocas palabras, se ha ido generando un proceso de no liquidación de divisas en el mercado único de cambio y hacerlo por la vía informal para aprovechar la brecha. Como bien señaló Nocetti, CEO de Globant y miembro de Argencon: “Las empresas argentinas pagan impuestos que financian universidades públicas, capacitan a juniors y lo que exportan pasa por el MULC. Si empieza a haber una tendencia de gente aislada trabajando para afuera, todo el sistema se verá percudido porque va a dejar de haber transferencia de conocimiento”.
Algo que cabe preguntarse es por qué tanta gente “aislada” según los términos de Nocetti eligen ir a trabajar al exterior, y por qué, habiendo tanto desempleo, el sector tiene siempre una vacancia de entre 5000 y 10.000 trabajadores al año. Desde la Asociación Gremial de Computación hemos venido señalando que existen al menos dos grandes problemas:
El primero, que podríamos denominar “El invento reventó al inventor”, es el fomento del trabajo freelance. Hay que decirlo: durante décadas y desde diversos medios las principales empresas informáticas fomentaron y hasta impusieron como modo de trabajo el freelance, tentados por las “ventajas” tributarias, previsionales y fiscales que ello implicaba. Hoy señalan, con razón, que “todo el sistema se verá percudido”, en palabras de Nocetti. En efecto: hoy está percudido y ya no es sostenible.
El segundo problema es una consecuencia de esto último: muchos trabajadores deciden irse precisamente porque sus sueldos no aumentan, a pesar de que sí aumenta la rentabilidad, el nivel de actividad, las exportaciones y las exigencias por parte de las empresas. Los salarios no se han recompuesto y, cuando lo han hecho, ni siquiera han alcanzado la inflación. Esto ha llevado a que los salarios informáticos de los trainee, junior y semi senior especialmente hayan perdido poder adquisitivo de manera muy sorprendente, lo que agudiza todavía más la mal llamada “fuga de talentos”. Según datos relevados desde el año 2004, los informáticos han perdido poder adquisitivo sostenidamente, de la mano de la inexistencia de paritarias.
Al análisis de Argencon -en buena medida correcto- se le deben agregar por lo menos dos aspectos: el Estado nacional financia al sector desde 2004, primero con la Ley de Promoción de Software (LPS) y luego, desde 2021, con la Ley de Economía del Conocimiento (LEC).
Por la LPS, y sólo durante el período 2014-2019, las empresas que se sumaron al régimen de promoción recibieron, considerando el dólar oficial mayorista que señaló Argencon en su nota ($99,37), más de $ 53.000 millones de pesos en concepto de exenciones impositivas, tanto del Impuesto a las Ganancias como de contribuciones a la seguridad social, siendo los principales beneficiarios y que recibieron la enorme mayoría de las erogaciones, Mercado Libre, Globant, Accenture y Red Link. Sólo estas 4 empresas recibieron el 45,9% de todos los beneficios y sólo Mercado Libre se llevó el 22,8%.
Actualmente, para el Presupuesto 2022 se calculan erogaciones de parte de todos los contribuyentes equivalentes a $15.900 millones de pesos. Para darse una idea de ese número, eso representa el quíntuple de lo que implicaría eximir de IVA a la leche para toda la población.
Por otro lado, el Estado Nacional ha financiado un sinnúmero de cursos de formación: desde el Codo a Codo, pasando por el 111mil y el Argentina Programa. El 111mil, por sólo citar un ejemplo, costó USD 9 millones y sólo certificó al 1,5% de todos los inscriptos. Tanto en el caso de Argentina Programa como del 111mil, los propios autores del programa fueron la CESSI y muchas de las empresas que forman la Argencon.
Estos dos elementos, decíamos, son relevantes destacarlos porque las empresas -tanto de la CESSI como de Argencon- han sido parte de este modelo de (sub)desarrollo informático. Cuando Nocetti señala que hay un problema con el sistema educativo cabe preguntarse, entonces, cuál es el éxito del 111mil o de Argentina Programa, ambos impulsados por Globant, que él integra.
Se da una situación donde estas cámaras empresarias parecieran apostar a nivelar cada vez más hacia abajo: reclaman más subsidios, eluden impuestos, no liquidan divisas y tampoco están conformes con un financiamiento público de esquemas formativos que ellos mismos diseñan y ejecutan. Por otro lado, ninguno de los beneficios que reciben llegan al trabajador, que pierde poder adquisitivo año a año y se les niega participar libremente de su sindicato, tener paritarias, un convenio colectivo, obra social, cursos de formación y todos los derechos que trae aparejada nuestra legislación.
Desde la Asociación Gremial de Computación creemos que la manera de abordar estos problemas debe darse en una mesa de diálogo social con las empresas y el Estado nacional. Las propuestas no pueden consistir en castigar al trabajador freelance (como alguna vez sugirieron algunos actores, recurriendo a la vía penal para perseguir a aquellos que trabajan con el exterior aprovechando una coyuntura favorable), ni tampoco en seguir insistiendo con recetas educativas inviables, onerosas y cuyos fondos administran unos pocos.
Sostenemos, además, que el problema de la brecha cambiaria se debe resolver en conjunto con los trabajadores y en armonía con el Estado y los contribuyentes: si existe una exención impositiva a la empresa, ¿por qué el trabajador no recibe un aumento salarial acorde a las ganancias que registraron tanto en 2019 como en 2020? Si se busca resolver el problema de una oleada freelance que contribuyen negativamente a un desarrollo armónico en el lugar de trabajo, ¿por qué no darles una recomposición salarial y sentarse en una mesa paritaria?
Como trabajadores queremos que el país se desarrolle y que nuestra industria crezca, se consoliden polos tecnológicos en nuestro país, se contribuya al crecimiento de otros sectores productivos y se ordenen las asimetrías de nuestro sector. Eso sólo puede resolverse si, por un lado, el gobierno convoca al diálogo social institucionalizado a las cámaras y al gremio y, por el otro, si se aviene a cumplir con la LEC en cuanto a sus exigencias para con la entidad gremial y convoca al diálogo para explorar otros mecanismos de formación que reemplacen a viejas recetas que ya demostraron fracasar, convocando a sectores universitarios, terciarios, gremiales y de la comunidad informática.
Fuente: www.informaticos.org.ar