La Administración Nacional de Seguridad Social (Anses) está diseñando un programa previsional con perspectiva de género que permitirá que 155.000 mujeres en edad jubilatoria que hoy no cuentan con los treinta años de aportes registrados por haberse dedicado a la crianza de sus hijos e hijas, puedan acceder a este derecho.
El «Programa Integral de Reconocimiento de Períodos de Servicio por Tareas de Cuidado» reconoce a las tareas de cuidado y crianza como un trabajo y suma años de servicios previsionales por cantidad de hijos y licencias por maternidad de la persona gestante.
Esta política cuenta con un gran peso simbólico y práctico. Por un lado, significaría una histórico reconocimiento del Estado a una de las banderas más flameantes del movimiento feminista, sobre un trabajo que nunca termina: el de los cuidados. Al mismo tiempo, permitiría que 155.000 mujeres puedan contar con jubilación para «reparar las condiciones de desprotección de una población que, históricamente, ha sufrido las consecuencias directas de las desigualdades en el acceso al mercado laboral, así como obstáculos y una mayor precarización por cuestiones de género», explicad desde Anses.
El Programa reconoce a los fines jubilatorios un año por hijo o hija para mujeres y personas gestantes con hijos o hijas nacidas vivas o adoptadas siendo menores de edad. A las mujeres que hayan sido titulares de una Asignación Universal por Hijo (y el niño o niña haya percibido este derecho por lo menos durante doce meses) se les computarán dos años adicionales. Por último, a las trabajadoras registradas que hayan hecho uso del período de licencia por maternidad y por excedencia, también se les reconocerá dicho plazo a los fines de acceder al derecho a una jubilación.
Si bien desde el organismo que conduce Fernanda Raverta aún no confirman la fecha de lanzamiento e insisten que aún falta ultimar detalles, realizaron un análisis de los registros del organismo en esta clave. El 44 por ciento de las mujeres en edad jubilatoria no pueden acceder actualmente a un beneficio previsional debido a que la inserción en el mercado laboral, sobre todo el sector formal, es más difícil para las mujeres que para los varones. Se trata de aproximadamente 300 mil mujeres de entre 59 y 64 años que quedan por fuera de una jubilación por no contar con los 30 años de servicios requeridos entre sus aportes registrados. De todas ellas, 155 mil podrían acceder a la jubilación de inmediato. La medida habilitaría a otras 30 mil mujeres a jubilarse el año próximo.
Este sistema previsional con perspectiva de género ya funciona en otros países de la región. El «modelo uruguayo» incorporó este derecho en 2020 inspirado en un enfoque de acción positiva que tiene en cuenta las mayores dificultades de las mujeres para mantener su trayectoria laboral debido a sus responsabilidades familiares.
No es amor
Bajo el lema «eso que llaman amor es trabajo no pago», el colectivo de mujeres y disidencias visibiliza desde hace años una problemática que constituye un pilar fundamental sobre el que se construye la desigualdad de género, y es la distribución desigual de las tareas de cuidado, que recaen mayormente sobre las mujeres.
La carga que tienen las mujeres sobre tareas de cuidado no remuneradas, que implica dedicar menos tiempo al desarrollo profesional, representan una de las razones que dificultan el ingreso de las mujeres al mercado laboral formal y, luego, su inclusión en el sistema previsional. Según una encuesta sobre el trabajo no remunerado y uso del tiempo realizada por el Indec en 2013 (último dato disponible) la mayor carga de trabajo doméstico no pago recae sobre las mujeres (76 versus 24 por ciento de los hombres). Gracias a un convenio entre el Ministerio de las Mujeres e Indec, se realizará una actualización de este indicador en 2021.
Este fenómeno se vio además visibilizado y profundizado por la pandemia. Efectivamente, la “Encuesta sobre el impacto de la pandemia en los hogares: un enfoque desde los cuidados” del Observatorio de Género de Centro de Economía Política Argentina (CEPA) explica que durante el aislamiento social y obligatorio, la cantidad de horas que dedicaron las mujeres a tareas de cuidado aumentó, en promedio, un 70,7 por ciento pasando de 6,9 a 11,8 horas diarias. Análogamente los hombres contestaron que dedicaron 7,9 horas promedio por día, representando así un incremento de 60,4 por ciento con respecto a las 5 horas que dedicaban anteriormente.
La brecha de cuidados es la contracara de la brecha salarial y la feminización de la pobreza porque, además, las que más cuidan son las más pobres. De acuerdo al último dato publicado por la Encuesta Permanente de Hogares del Indec el último trimestre del 2020, del 10 por ciento de personas con menores ingresos en Argentina, 7 (la mayoría) eran mujeres.
El Informe sobre los desafíos de las políticas públicas en materia de cuidados en contexto de pandemia elaborado por la Dirección de Economía y Género del Ministerio de Economía y Unicef señala que “las mujeres a cargo de hogares con niñas, niños y adolescentes son las más afectadas por la crisis: enfrentan una peor inserción en el mercado laboral (mayores niveles de informalidad, mayor inestabilidad, salarios más bajos) a la vez que experimentan una pobreza de tiempo profundizada por la pandemia” y, como consecuencia, “cae su tasa de participación económica y aumenta su desempleo, lo cual incrementa los niveles de pobreza e indigencia en sus hogares”.
Desde el Estado no apuntan a eliminar o estigmatizar el trabajo de cuidado, sino al contrario: ponerlo en el centro de la economía, reconocerlo y redistribuirlo. Esta política significa un primer paso para ello.