Con la llegada de Mauricio Macri al Gobierno, la industria textil entró en una fuerte crisis. La confección y los productos textiles vieron reducir su participación en el valor agregado bruto (VAB) industrial en 2016, quedando como parte de los grandes perdedores del nuevo modelo. En cuanto a lo laboral, los datos también son negativos: bajó la cantidad de trabajadores textiles registrados, hubo reducción del salario promedio y se registró un gran número de suspensiones. El primer informe del Observatorio de Industria de CEPA, analiza en detalle la situación actual de la industria textil en la Argentina.
A raíz del cambio profundo en la orientación de las políticas de Estado, en la Argentina se constata un nuevo esquema de ganadores y perdedores. Por un lado, el sector primario-exportador, la intermediación financiera y las empresas proveedoras de servicios públicos son, hasta ahora, los grandes beneficiados por este modelo. Por el otro, la industria manufacturera y la construcción constituyen los dos sectores de actividad que más perdieron. Cuando observamos el esquema de ganadores, se identifica un proceso de reprimarización de la economía con eje en la especulación financiera; mientras que cuando observamos el esquema de perdedores, vemos cómo los sectores que más trabajo aportaron los últimos años, empiezan a reducir su participación en la economía.
Ahora bien, la evolución de los distintos sectores de producción hacia adentro de la industria manufacturera no fue homogénea. A partir del Valor Agregado Bruto, indicador que mide el valor generado por el conjunto de los productores de una rama particular, CEPA evalúa como se modificó el aporte que cada rama realiza a la producción industrial.
A su vez, cuando se considera la variación en términos de producción física (IVF), se observa que toda la producción de la economía se retrajo un 2,37%, pero este proceso se acentúa cuando hacemos foco en la rama textil: en los productos textiles se redujo un 7,10 %, mientras que las confecciones de prendas de se redujo un 11,77%. Es decir, si comparamos los volúmenes producidos entre 2015 y 2016 las dos ramas bajo análisis se vieron obligadas a contraerse.
Por otro lado, cuando se analiza la variación de precios implícitos (IPI) se observa que todos los precios de la economía crecieron un 41, 64%, mientras que los precios del sector textil en su conjunto crecieron muy por debajo.
En conclusión, ambos sectores tuvieron un rendimiento mucho más pobre cuando se lo compara con el año anterior y con el resto de la economía, tanto en cantidades producidas como en precios.
Empleo y salario
Ante la caída de la producción, el sector confección de prendas de vestir redujo su personal 3,39%; mientras que el de productos textiles lo hizo en un 1,48%.
De todas formas, dado los altos niveles de informalidad con los que trabaja este sector y que el dato anterior solo contempla trabajadores formales, el informe del Observatorio de Industria se propone contemplar otras fuentes.
En el cuadro Nº4, puede observarse un dato novedoso: en el sector textil, se suspendieron desde diciembre 2015 a la actualidad 11.820 personas. Esto quiere decir que muchos de los trabajadores que conservan su fuente de trabajo, debieron afrontar suspensiones o recortes de horas que terminó afectando su estabilidad laboral.
Cuando analizamos los niveles salariales los roles se invierten. Si la rama de productos textiles fue menos propensa a reducir la fuerza laboral, se constata que el salario promedio se redujo en 10,59%, cerca de 3 p.p. más que el promedio de la economía. Por el otro lado, los trabajadores del sector confección vieron reducidos sus salarios solo un 5%, por debajo del promedio de la economía en general y de la industria en particular.
Lo que encontramos aquí son dos estrategias diferentes de cómo afrontar la caída de la producción antes registrada, con el mismo resultado: una caída en el masa salarial final que deben afrontar los empresarios del sector ya sea mediante despidos, suspensiones o caída del salario real.
Las causas: caída del mercado interno
Una de las causas fundamentales que explica este retroceso es la depresión del consumo en el mercado local. Los precios de la industria textil tienen muy baja competitividad respecto de los precios internacionales, por lo que el mercado interno resulta central para su desempeño. En este sentido, los salarios son un componente importante para entender el desempeño de la industria textil.
En el gráfico N° 1, se observa caída en la evolución del salario real, específicamente del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) y del promedio de trabajadores registrado. Este contexto de pérdida del poder adquisitivo generó una caída en los indicadores de consumo.
A partir de diciembre del año 2015, aparece una caída importante del Índice de Consumo (IMC), explicado por la devaluación, los aumentos tarifarios y de servicios públicos y las negociaciones paritarias que no llegaron a superar la inflación que se ubicó entre el 40 y el 42% en el 2016. Esto generó una pérdida del poder adquisitivo general entre el 10 y el 15% dependiendo las ramas, actividades y situación laboral.
Caída de las ventas
Como consecuencia del descenso del consumo, los indicadores de ventas minoristas también cayeron. Si bien las ventas minoristas en su conjunto vienen registrando una caída que acumula 13 meses consecutivos de caída, el sector textil es uno de los más golpeados por la caída de las ventas.
En el gráfico N° 3 se puede ver el descenso de las ventas del rubro textil analizando dos subrubros: textil-blanco y el textil-indumentaria.
En síntesis, al analizar la dinámica de la industria textil, se identifica cómo la pérdida del dinamismo del mercado interno, reflejado en la caída del consumo y las ventas minoristas ha generado una crisis en el sector. Esto no es un fenómeno aislado, sino que está estrechamente ligado a la situación económica general.
El informe de CEPA afirma que antes de la devaluación de diciembre de 2015, la Argentina poseía el SMVM -medido en dólares- más alto de América Latina; sumado a las políticas comerciales que protegieron a los fabricantes de bienes textiles finales. A partir de estas políticas, el sector aumentó su producción entre los años 2004 y 2015.
Con la caída de la masa salarial y el consecuente debilitamiento del mercado interno, el sector productivo comenzó un espiral descendente en la producción que parece no encontrar el piso.